jueves, 11 de junio de 2009

todos los viernes una mentira














Él me miente todos los viernes por la tarde. Lo sé desde hace meses. Me miente mal, porque él no sabe mentir. Se le entrecorta la voz, se pone colorado, dice cosas incoherentes. El otro día, por ejemplo, iba a ver a una amiga que vive a más de media hora de su casa, pero también iba a tomar café en su propia casa con su compañero de piso, y a comer con su padre, y a trabajar en unos archivos, a media tarde, más que nada por avanzar. Ya sabemos: cuando hay que dar más de una explicación, casi seguro que ninguna es cierta. Y el caso es que cuando yo llamo porque calculo que el café se ha terminado, no coge el teléfono porque está, dice, dormido después de haberse tomado varias cervezas con un compañero de trabajo, ni rastro de su padre, ni de su amiga, ni del trabajo pendiente. Una hora antes, no había cobertura en su móvil pero es que en su casa hay mala cobertura, estas cosas suceden a veces, no es que estuviera en el metro, de vuelta de un encuentro furtivo con su ex-mujer. No, aunque a mí, en varios meses, nunca me había pasado que estuviera sin cobertura así porque sí. Me miente, y adelgazo un kilo. Cada viernes, un kilo menos en la báscula. Este viernes ya no paso de sesenta, a comienzos de año mi cuerpo bajo la gravedad terrestre, a seiscientos sesenta y cuatro metros sobre el nivel del mar, pesaba setenta kilos. Es que hubo treguas, claro, hubo alguna semana sin mentira, caso contrario estaría en condiciones de convertirme en una modelo bien cotizada. Cuál es la cuestión, a qué viene esta confesión sin sentido del decoro. A que no es verdad lo que digo. No me miente, es que quiere hacer tantas cosas que se hace un lío, y al cabo hace la más sencilla. Viene a que es un alma pura, y yo el diablo. Le pongo a prueba cada día, cada hora, escudriño su cuerpo, analizo su mirada, desmenuzo cada frase buscando ambigüedades, y no encuentro nada. Es inocente. Yo, culpable desde el principio, no debería preocuparme ni tener dudas. Pero me he enamorado de una manera tan descarnada que siento dolor en la piel, sequedad en los huesos, sangre dentro de mis venas. Yo soy la culpable, él no, ni lo será aunque al final me traicione de verdad, que es exactamente lo que debe hacer. Cuanto antes, para no ser fagocitado por una terrorista de los sentimientos.

domingo, 26 de abril de 2009

el abandono puede ser causa de abandono

Me he despegado de ti.
No era mi intención. He vuelto. Estaré más atento de ahora en adelante.
Lo podría prometer, pero es más honesto que una cabeza itinerante no prometa nada.

domingo, 14 de diciembre de 2008

diccionario

Alegría.
(1) Estado permanente de la antimateria.
(2) Brisa ligera que mueve de forma indolente las faldas de alguna gilipollas en una playa que se ha puesto de moda.

Amor.
(1) Corrupción del alma, disolución del yo, valor imprescindible.
(2) Sustantivo. Líquido compatible con la sangre propia, ácido en sangre ajena.

Atormentado
(1) Paciente de una tormenta.
(2) sin. Pasional.

Clamor
(1) Arroyo formado por la lluvia violenta.
(2) Amor exagerado, sentimiento incontinente.

Demolición
Renovación sin atenuantes.

Desconfianza
El/ella borrando sus mensajes, no sea que alguien sepa que es un candidato perfecto para encabezar la entrada siguiente.

Dolor
(1) Sensación que producen los golpes recibidos en ciertas partes del cuerpo poco defendidas por la autoconfianza.
(2) Se murió el tío José, y madre no se encuentra el cuerpo, de tan estupefacta.

Enamorado
Véase enfermo

Enfermo
(1) Paciente de un dolor sospechoso, animal incómodo que anida en hospitales, fiestas nacionales, hogares del jubilado y amores imposibles.
(2) Ingenuo, imberbe, indolente, idiota, irresponsable, incontinente, iracundo, inelegante, irrespirable asistólico, muy aficionado a una cosa.

viernes, 21 de noviembre de 2008

una habitación sin estrellas


Desde hace tiempo duermo en una habitación sin estrellas. No he probado a sustituirlas por nada en particular. Hoy, por vez primera, he limpiado debajo de la cama y ha salido una montaña de polvo del tamaño de un hombre. He recolocado todo, todo lo que queda, y he encerado la mesilla de noche con la mejor cera del mundo. La habitación, al menos, huele bien.
Terapia y 2 corto y cierro